Tal parece que no es suficiente el hecho de que los fócidos enfrenten múltiples amenazas relacionadas con las actividades comerciales humanas. Las repercusiones hacia las focas por cuestiones del calentamiento global son una parte muy seria de la que no se tiene mucho conocimiento.
Casi siempre relacionamos el calentamiento global y el cambio climático con los osos polares, que si bien son una parte muy importante para el equilibrio ecológico de la región que habitan, las focas, quienes son su principal fuente de alimento, también juegan una parte primordial en la cadena alimenticia. Menos hielo, menos focas; menos focas, menos osos polares.
La mayoría de las especies de foca necesitan de las plataformas de hielo para descansar, dar a luz y alimentar a las crías. Si una madre no encuentra hielo estable para dar a luz y lo lleva a cabo en el agua, los recién nacidos morirán, pues a pesar de ser mamíferos marinos, necesitan la grasa suficiente para poder soportar las aguas de su entorno. Tal grasa es obtenida de la leche de la madre, quien los tiene que alimentar fuera del agua.
Las focas anilladas, focas pía y las focas barbudas son las especies más afectadas por la reducción de hielo marino.
El deshielo puede ser más grave de lo que pensamos. Un hielo débil que no pueda soportar los fuertes vientos y el oleaje, terminará rompiéndose o dividiéndose en varias partes, lo que puede ocasionar una separación entre la madre y la cría, quien no está preparada para ingresar al mar. Por supuesto que la madre podría nadar y volver a juntarse con ella, pero ¿y si el hielo vuelve a romperse?
El descanso también es importante para las focas. Después de varias horas sumergidas para encontrar alimento, recuperar energías es vital para que puedan continuar sus actividades, pero con un hielo frágil o escaso, esto se vuelve un gran problema para ellas, pues deben trasladarse a mayor distancia y exponerse a los depredadores ya estando agotadas, o bien, sucumbir en el intento.
Que las regiones polares posean menos cantidad de hielo marino y nieve, así como temperaturas más elevadas, trae consigo otra serie de problemas de los que no estamos muy conscientes, como por ejemplo, que las temperaturas cálidas pueden originar enfermedades patógenas y parásitos que disminuyen la calidad de vida de las focas.
Otra preocupación es que la presencia humana aumentaría a un ritmo alarmante, pues las condiciones climáticas serían más adecuadas para la adaptación del hombre. Esto daría una libre entrada a las empresas petroleras que desean explorar el Ártico para la extracción del “oro negro”, así como a las corporaciones dedicadas a la agricultura, pesca y transporte. Sin duda los paisajes naturales se degradarían, lo que daría como resultado un ártico sin vida y sin esperanza. Hace unos años se pensaba que estas suposiciones eran totalmente descabelladas, pero hoy en día nos encontramos en la etapa inicial.
¿Las focas pueden adaptarse al cambio climático?
Algunas especies sí tienen la capacidad de trasladarse a otras áreas si así lo requieren, pero las barreras geográficas pueden ser un obstáculo. Arrastrarse por tierra a falta de plataformas marinas flotantes provocaría un mayor desgaste de energía, lo que tendría que compensarse con una mejor alimentación, pero recordemos que muchos organismos marinos dependen de las bajas temperaturas en el agua, por lo que también podríamos notar una grave reducción de presas.
Las focas anilladas, focas pía y las focas barbudas son las especies más afectadas por la reducción de hielo marino, aunque por supuesto, de seguir aumentando la temperatura global, las focas antárticas podrían también comenzar a sufrir las consecuencias.